Un día como hoy hace 100 años nació Don Cesáreo Torrejón, una persona que tiene mucha historia y pasión por todo lo que hizo y ha logrado, en Lámud lo celebrará con toda su familia y amigos de toda la vida. Tenemos entendido que la celebración será en su casa por la Plaza de Armas de Lámud, en la cual habrá una presentación además de una reseña bibliográfica de este gran personaje. A nombre de los hijos del homenajeado las palabras de agradecimiento las dará una de sus hijas, la Sra. Aydé Torrejón Villegas. Luego se realizará un brindis de honor y la familia invitará un almuerzo a los presentes. El fin de fiesta será con el grupo 'Los Chillaos'.
Desde aquí lo saludamos a Don Sheshita en su Centenario, esperamos que pase un Feliz Cumpleaños al lado de toda la familia y que nuestro "Señor de Gualamita" le dé mas años de vida. Un fuerte abrazo Don Shesha.
Desde aquí lo saludamos a Don Sheshita en su Centenario, esperamos que pase un Feliz Cumpleaños al lado de toda la familia y que nuestro "Señor de Gualamita" le dé mas años de vida. Un fuerte abrazo Don Shesha.
Aquí una reseña bibliográfica de Don Cesáreo que fue publicada en 'Rumbos de Sol & Piedra' por Ivan Reyna Ramos.
Cesáreo Torrejón Ramos nació el 8 de enero del año 1914 en el distrito de San Juan de Lopecancha, provincia de Luya, Amazonas. Es hijo don Emilio Torrejón Alva y de doña Pasión Ramos Meléndez. Es el quinto de 10 hermanos. Cuando tenía 23 años de edad, retornó de las minas de Otuzco (La Libertad) y conoce a Luz Angélica Villegas Tejada, maestra de la escuela “San Juan de la Libertad” de Chachapoyas. Al contraer matrimonio tienen 10 hijos, de los cuales actualmente viven Benjamín, César, Napoleón, Iris y Aidé. Complementan la familia 24 nietos, 23 bisnietos y una tataranieta.
En 1945 se trasladan a vivir en la ciudad de Lámud, lugar de nacimiento de su amada esposa. En 1953 adquieren un terreno denominado “El Molino” en el que se cosechaba trigo, maíz y frejol. En todo el distrito había sólo un molino de piedra que abastecía a los habitantes locales y distritos vecinos.
Cuenta don Cesareo, que allá por el año 1953, acudió a moler cebada para engreír a sus hijos con las golosinas que le gustaban: harina de cebada con azúcar. Pero el encargado del molino se negó a moler los granos, y tanta fue la frustración que vio en sus hijos, que decidió –en ese mismo momento- construir su propio molino de piedra. Y así fue.
Comentan sus familiares que don Cesareo se dedicó a reciclar todos materiales en desuso. Se podría decir que limpió la ciudad. Más tarde ya había montado una ingeniosa sala de máquinas cepilladora de madera, una trilladora de granos, y claro, también desvió las aguas del río Jucusbamba que a través de 536 metros llevó agua hasta su vivienda. Así, el 2 de julio de 1955 vio cómo se originó la energía hidráulica y empezó a mover las piedras del molino. Entonces logró moler trigo, maíz, cebada y chochoca. También construyó una mini central hidroeléctrica, con la cual se abasteció de energía eléctrica. De acuerdo con las leyes físicas puso en práctica la tracción hidráulica. Y lo que es de un ser sensible, sus obras la puso al servicio de agricultores y productores de la ciudad de Lámud, e incluso, de los pueblos aledaños.
La infraestructura también se complementaba con un horno tradicional y un trapiche jalado por bueyes. Y como para que las luces no se apaguen de este ingenio único, el Proyecto Ventana para el Desarrollo Local (VDL) ejecutado por Cáritas Diocesana Chachapoyas, el Proyecto Sierra Norte y la Asociación de Turismo Pucatambo de Lámud, lo han enriquecido con un vivero agroforestal, una sala de tejidos a cintura, siguiendo la filosofía conservacionista de don Cesareo. Desde el 27 de setiembre del 2012, es el brillante Ecomuseo “Molino de Piedra San José”, ubicado a cinco minutos al noreste de la ciudad de Lámud, a orillas del río Jucusbamba. Sin duda, es una experiencia original del turismo vivencial en la provincia de Luya.
A don Cesáreo, sus familiares y amigos le conocen cariñosamente como “Papá Sheshita”, un virtuoso hombre –que a pesar de sólo contar con educación primaria- ha logrado asombrar a los más estudiosos con sus evidentes obras de ingeniería hidráulica y el pensamiento del reciclaje desde principio del siglo pasado. Se dio el lujo de trabajar en su molino hasta la edad de 97 años. Hoy se encuentra delicado de salud, un balón de oxígeno le mantiene con lucidez en su domicilio, en la plaza principal de Lámud.
Se podría decir que estamos frente a un ilustre ciudadano que ha contribuido con el país. En el 2008, la Municipalidad Provincial de Luya premió a don Cesáreo declarando su obra como Patrimonio Cultural de la Provincia. En el 2012, el Gobierno Regional de Amazonas lo reconoció por su enorme contribución en el campo de la agricultura y producción industrial. El mundo también le está enormemente agradecido.
Cesáreo Torrejón Ramos nació el 8 de enero del año 1914 en el distrito de San Juan de Lopecancha, provincia de Luya, Amazonas. Es hijo don Emilio Torrejón Alva y de doña Pasión Ramos Meléndez. Es el quinto de 10 hermanos. Cuando tenía 23 años de edad, retornó de las minas de Otuzco (La Libertad) y conoce a Luz Angélica Villegas Tejada, maestra de la escuela “San Juan de la Libertad” de Chachapoyas. Al contraer matrimonio tienen 10 hijos, de los cuales actualmente viven Benjamín, César, Napoleón, Iris y Aidé. Complementan la familia 24 nietos, 23 bisnietos y una tataranieta.
En 1945 se trasladan a vivir en la ciudad de Lámud, lugar de nacimiento de su amada esposa. En 1953 adquieren un terreno denominado “El Molino” en el que se cosechaba trigo, maíz y frejol. En todo el distrito había sólo un molino de piedra que abastecía a los habitantes locales y distritos vecinos.
Cuenta don Cesareo, que allá por el año 1953, acudió a moler cebada para engreír a sus hijos con las golosinas que le gustaban: harina de cebada con azúcar. Pero el encargado del molino se negó a moler los granos, y tanta fue la frustración que vio en sus hijos, que decidió –en ese mismo momento- construir su propio molino de piedra. Y así fue.
Comentan sus familiares que don Cesareo se dedicó a reciclar todos materiales en desuso. Se podría decir que limpió la ciudad. Más tarde ya había montado una ingeniosa sala de máquinas cepilladora de madera, una trilladora de granos, y claro, también desvió las aguas del río Jucusbamba que a través de 536 metros llevó agua hasta su vivienda. Así, el 2 de julio de 1955 vio cómo se originó la energía hidráulica y empezó a mover las piedras del molino. Entonces logró moler trigo, maíz, cebada y chochoca. También construyó una mini central hidroeléctrica, con la cual se abasteció de energía eléctrica. De acuerdo con las leyes físicas puso en práctica la tracción hidráulica. Y lo que es de un ser sensible, sus obras la puso al servicio de agricultores y productores de la ciudad de Lámud, e incluso, de los pueblos aledaños.
La infraestructura también se complementaba con un horno tradicional y un trapiche jalado por bueyes. Y como para que las luces no se apaguen de este ingenio único, el Proyecto Ventana para el Desarrollo Local (VDL) ejecutado por Cáritas Diocesana Chachapoyas, el Proyecto Sierra Norte y la Asociación de Turismo Pucatambo de Lámud, lo han enriquecido con un vivero agroforestal, una sala de tejidos a cintura, siguiendo la filosofía conservacionista de don Cesareo. Desde el 27 de setiembre del 2012, es el brillante Ecomuseo “Molino de Piedra San José”, ubicado a cinco minutos al noreste de la ciudad de Lámud, a orillas del río Jucusbamba. Sin duda, es una experiencia original del turismo vivencial en la provincia de Luya.
A don Cesáreo, sus familiares y amigos le conocen cariñosamente como “Papá Sheshita”, un virtuoso hombre –que a pesar de sólo contar con educación primaria- ha logrado asombrar a los más estudiosos con sus evidentes obras de ingeniería hidráulica y el pensamiento del reciclaje desde principio del siglo pasado. Se dio el lujo de trabajar en su molino hasta la edad de 97 años. Hoy se encuentra delicado de salud, un balón de oxígeno le mantiene con lucidez en su domicilio, en la plaza principal de Lámud.
Se podría decir que estamos frente a un ilustre ciudadano que ha contribuido con el país. En el 2008, la Municipalidad Provincial de Luya premió a don Cesáreo declarando su obra como Patrimonio Cultural de la Provincia. En el 2012, el Gobierno Regional de Amazonas lo reconoció por su enorme contribución en el campo de la agricultura y producción industrial. El mundo también le está enormemente agradecido.
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