Las buenas noticias habían empezado a llegar el pasado 3 de agosto para el equipo de investigadores dirigidos por Alfredo Narváez. Aquel día las herramientas de los comuneros que trabajan en el proyecto se toparon con una primera tumba que contenía seis entierros humanos. La tumba se encontró en el sector sur del llamado Pueblo Alto, en el área residencial de la fortaleza.
En los meses posteriores, los arqueólogos pudieron registrar casi un centenar de ofrendas, entre las que destacan fragmentos y cuentas de concha spondylus, de cuarzo y cerámica, además de instrumentos líticos y óseos, piedras semipreciosas y láminas de plata, cobre y cobre dorado.
Al continuar con la excavación, se dieron cuenta de que, debajo de cuatro pequeñas piedras irregulares y algunos fragmentos de spondylus, había tres lajas de dimensiones extraordinarias que sirvieron para clausurar la tumba principal. Habían descubierto algo de real importancia.
Narváez decidió despejar todas las dudas y, la mañana del jueves, reveló el contenido de la inusual cámara funeraria con El Comercio como testigo.
UN SABIO LOCAL
El interior de la cámara funeraria había sido dividido en dos partes. En el sector sur fueron colocados los restos de un personaje que estaría flexionado o en posición fetal. En el sector norte de la tumba se encontraron tres objetos de cerámica, entre ellos dos aríbalos con tapa al estilo incaico y con decoraciones multicolores. Además se hallaron dos valvas de spondylus y restos de una llama.
Según Narváez, aún no se puede establecer un cargo jerárquico de este personaje, pero se presume que habría sido un importante gobernante de la sociedad Chachapoyas durante el período de dominación incaica.
“Tiene ofrendas que fueron traídas especialmente desde Cusco, pero el personaje no necesariamente es cusqueño, sino un sabio local que durante la administración incaica ocupó un alto cargo en la zona. Es un personaje chachapoyas”, comentó.
La importancia de este descubrimiento radica en que permite conocer un nuevo patrón de entierros, diferente al tradicional de los chachapoyas, consistente en la colocación de sarcófagos en zonas muy escarpadas o farallones de las montañas.
MÁS DATOS
La tumba principal descubierta tiene aproximadamente 80 centímetros de profundidad y se asemeja a un ataúd moderno de forma poligonal.
El ataúd fue construido con 11 piedras lajas de similares dimensiones y otras de menor tamaño, unidas con argamasa de barro.
La tumba de élite del gobernante de la cultura Chachapoyas se ubica en el sector sur de la muralla de la fortaleza de Kuélap, específicamente en el área conocida como Pueblo Alto.
Kuélap se encuentra a 3.000 metros sobre el nivel del mar, en el distrito de El Tingo, provincia de Luya, en la región Amazonas.
Fuente: El Comercio.
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