sábado, 15 de octubre de 2011

Rostros del pasado

La Provincia de Luya guarda más de un secreto de la cultura Chachapoyas. Entre ellos una gran cantidad de sarcófagos desplegados en infartantes farallones. LLegar no es fácil; olvidarse, imposible.

La total transparencia del mediodía acercó a nuestros ojos el distante perfil de la impresionante catarata de Gocta. A pesar de ser uno de los paisajes más bellos del Perú, esta ruta no es apta para novatos o seres carentes de pasión; en cambio, los lobos esteparios, la gente ávida de hurgar las entrañas de nuestro país, descubren que la vida brinda, a cuentagotas, es cierto, placeres de intensidad orgiástica. Era uno de esos días gloriosos e inolvidables.

Habíamos salido de Lámud, capital de la Provincia de Luya - Amazonas, en compañía de Klaus Koschmieder, un arqueólogo alemán muy profesional, aunque la pegaba de científico ajeno a los figuretismos pues llevaba puesto un polo del grupo metalero Megadeath. Media hora después nos detuvimos en medio de la nada. Es un decir, porque flotar entre estas grandes montañas que esculpen una garganta interminable, cortada por el río Utcubamba, es un espextáculo que no tiene precio. Y si al otro lado del valle puedes distinguir el poderoso chorro de Gocta,la magia está completa.

Nos desplazamos por senderos invisibles, cubiertos de un denso follaje y unos espinosos arbustos, transitados por zorros y venados, para llegar hasta las tumbas sagradas cerca de la quebrada de Jucusbamba. Para la última cuesta fue necesario usar guantes y cuerdas, lo que no impide otros peligros como ser atacados por hordas de abejas. Klaus me dijo que en esos casos lo mejor era correr. Felizmente llegamos al final del camino sin contratiempos: ahí estaban los sarcófagos, en medio de la nada, dándole significado a todo y a todos. Estas tumbas inmóviles bajo el sol, esta demostración remota recorrida por el viento, me produjo un inevitable escalofrío.

Texto y Fotos: Alvaro Rocha.
Fuente: Revista SOMOS de El Comercio, publicado el día 15 de octubre 2011 en la pág. 14.

*Solo una corrección, en su edición impresa dice que el viaje de Chachapoyas a Lámud dura dos horas cuando en realidad son unos 50 minutos aprox.
El Sr. Juan Mestanza, en su casa en Chichita - Lámud.



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